Hoy escribo con un corazón lleno de pesar. Un amigo nuestro ha fallecido en edad muy joven…
Muchas cosas me vienen a la mente:
- ¿Hemos pasado suficiente tiempo con él?
- ¿Le hemos dicho cómo le queríamos?
- ¿Quisiéramos tener otra oportunidad de hablar con él?
Entre muchos otros, estos son algunos pensamientos que me invaden estos días… Pero la reflexión va más allá:
- ¿Sé cuándo será mi última hora?
- ¿Saco provecho del tiempo que me queda para ayudar, apoyar y bendecir otros amigos?
Otros desafíos se me vienen a mente:
- ¿Qué cosas me son verdaderamente importantes que no puedo dejar de compartir con mis amigos?
Es allí que no tengo dudas, lo único que llevaremos de esta vida es nuestro corazón, nuestra alma… por la eternidad. ¿Qué me gustaría que supiesen mis amigos? Que no hay vida ni aquí y ni en la eternidad sin Jesús. Él es la roca en la que estoy firmada en esta vida temporal, y además es el que me ofreció la vida eterna a Su lado, y la acepté. Lo que quiero que sepas es que lo mismo te ofrece a ti: salvación gratuita para nosotros pero que ya tuvo un precio muy alto en la cruz.
Si lees estas líneas, y me conoces, sabes de mi fe… mi mayor objetivo en esta vida es hacer saber a la gente del gran amor de Dios. Espero que en todo que haga, en todo que diga, el aroma precioso del Señor pueda ser compartido. No es mérito mío, fue un regalo que Él me ofreció y lo acepté. Hay que salir de uno mismo, si así no fuera y pudiera yo decidir por ti, no tengas dudas de cual sería mi opción para tu vida, mi amigo.
Piensa en eso, evalúa tu vida hoy. He oído una ilustración un día. Decía que nuestra vida es como un puzzle en la caja, sin orden, sin vida, sin objetivo, y además faltando una pieza para completar. Cuando se encuentra esa pieza angular, las otras de encajan perfectamente mostrando una figura de impresionante belleza. Esa pieza angular es Jesús. Cuando tú, sinceramente, le invita a tu vida, él entra y pone orden, pieza a pieza, en tu vida. Yo he experimentado eso, él continua trabajando en mí ... no lo cambio por nada.
Muchas cosas me vienen a la mente:
- ¿Hemos pasado suficiente tiempo con él?
- ¿Le hemos dicho cómo le queríamos?
- ¿Quisiéramos tener otra oportunidad de hablar con él?
Entre muchos otros, estos son algunos pensamientos que me invaden estos días… Pero la reflexión va más allá:
- ¿Sé cuándo será mi última hora?
- ¿Saco provecho del tiempo que me queda para ayudar, apoyar y bendecir otros amigos?
Otros desafíos se me vienen a mente:
- ¿Qué cosas me son verdaderamente importantes que no puedo dejar de compartir con mis amigos?
Es allí que no tengo dudas, lo único que llevaremos de esta vida es nuestro corazón, nuestra alma… por la eternidad. ¿Qué me gustaría que supiesen mis amigos? Que no hay vida ni aquí y ni en la eternidad sin Jesús. Él es la roca en la que estoy firmada en esta vida temporal, y además es el que me ofreció la vida eterna a Su lado, y la acepté. Lo que quiero que sepas es que lo mismo te ofrece a ti: salvación gratuita para nosotros pero que ya tuvo un precio muy alto en la cruz.
Si lees estas líneas, y me conoces, sabes de mi fe… mi mayor objetivo en esta vida es hacer saber a la gente del gran amor de Dios. Espero que en todo que haga, en todo que diga, el aroma precioso del Señor pueda ser compartido. No es mérito mío, fue un regalo que Él me ofreció y lo acepté. Hay que salir de uno mismo, si así no fuera y pudiera yo decidir por ti, no tengas dudas de cual sería mi opción para tu vida, mi amigo.
Piensa en eso, evalúa tu vida hoy. He oído una ilustración un día. Decía que nuestra vida es como un puzzle en la caja, sin orden, sin vida, sin objetivo, y además faltando una pieza para completar. Cuando se encuentra esa pieza angular, las otras de encajan perfectamente mostrando una figura de impresionante belleza. Esa pieza angular es Jesús. Cuando tú, sinceramente, le invita a tu vida, él entra y pone orden, pieza a pieza, en tu vida. Yo he experimentado eso, él continua trabajando en mí ... no lo cambio por nada.
En Apocalipsis 3:20 dice Jesús:
Yo estoy a tu puerta, y llamo;
si oyes mi voz y me abres,
entraré en tu casa
y cenaré contigo.
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